Castillo de Santa Florentina
El inicio como Domus de Canet aparece documentado ya el siglo XI y es que el castillo de Santa Florentina está construido sobre una antigua villa de la época romana (domus), que fue un casco urbano y zona de producción vinícola.
En el siglo XI el edificio se convirtió en una masía fortificada para combatir las incursiones piratas de la época y hoy todavía es presente en el conjunto arquitectónico del castillo.
En el siglo XVI se incorpora el linaje de Montaner, descendencia que se mantiene hasta la actualidad.
A finales del XIX, Ramon de Montaner y Vila, propietario de la Domus e importante empresario del mundo editorial barcelonés (editorial Montaner i Simon, hoy sede de la Fundació Antoni Tàpies), encargó a su sobrino, el arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, la restauración de la Domus y su ampliación. Este diseñó uno a uno los 3.000 m2 habitables de Santa Florentina y con su equipo de los mejores artistas de la época introdujo vitrales coloreados con símbolos religiosos, grandes piezas de mármol con artesanado para los suelos, maderas talladas para los techos, vidrieras, cerámicas, hierro forjado, esculturas que armonizan un equilibrado espacio lleno de color, luz, formas y volúmenes.
El proyecto final se define como una residencia palacio con toques medievales y románticos de castillo en armonía con un estético y creativo lenguaje modernista. Esta reforma inspirada en elementos medievales, modernistas y neogóticos le dio mayor renombre al Castillo de Santa Florentina.